En gran medida, esto ha permitido que en los últimos 20 años, y quizás desde mucho antes, Licey al medio haya podido desarrollar otra gran vocación que la mayoría de los pueblos del país no lo tienen: su gran capacidad de lucha.
Por ello, junto a pueblos como Navarrete, San Francisco, Bonao y otros, ha sido considerado como uno de los focos principales de lucha en toda la región del Cibao y por qué no, en todo el país, lo que a su vez lo han convertido en punto de ataques de las autoridades irresponsables que no han podido resolver los principales males comunitarios y sociales que las organizaciones de la zona demandan. Por ello podemos notar que diferentes instituciones académicas se han visto obligadas a analizar, desde el punto de vista sociológico, en porque de las protestas en nuestro municipio si en otros puntos del país se suscitan los mismos o quizás mayores problemas y las luchas sociales no se hacen presente. Y la respuesta a ello es precisamente la capacidad de lucha que ha logrado Licey al medio, por haber comprendido que solo la lucha puede hacer reflexionar a las autoridades para la solución de los males que están llamadas a resolver. Así vemos, como nuestro Liceo Prof. Mercedes Peña es uno de los pocos centros educativos del país donde aún existen organizaciones estudiantes con real independencia en sus reclamos. En otros centros escolares podemos observar grupos estudiantes pero que obedecen a los lineamientos de la dirección del plantel. Pero aquí, en Licey al Medio, no es extraño observar que nuestras comunidades se lanzan a las calles en marchas, en piquetes y otras formas de lucha cuando Edenorte deja una comunidad sin energía eléctrica por falta de un transformador, u obras publicas no atiende los reclamos de reparación de calles y caminos vecinales, o el ayuntamiento no apoya sus comunidades al negarle participación en la toma de decisiones, en la falta de apoyo al deporte y otras. Pero de igual manera, ha sido Licey al medio, el foco en donde un grupo de empresarios de la región del Cibao convocaron una caravana con sus vehículos para protestar contra el alza del dólar, en momentos en que era presidente Hipólito Mejía. Fueron los empresarios de Licey al medio los que se presentaron ante el General Juan Ramón de la Cruz Martínez y le pidieron el traslado de toda la dotación policial por entender no estaban cumpliendo con su misión ya que nos habíamos convertido en una cueva de delincuentes, cosa esta que aun no ha cambiado. Y en cada uno de esos casos han tenido que hacernos caso. Eso se llama poder que nace de la capacidad de lucha.
Sin embargo, en los últimos años, algunas sectores han estado haciendo reclamos, que aunque justos, no han sido el resultado de una consulta con toda la comunidad Liceyana, a través de convocatorias muy espontáneas lo que refleja una dispersión del movimiento social, lo que a su vez se convierte en una debilidad que han notado las autoridades y han aprovechado para no atender dichos reclamos.
La lucha, para que tenga efectividad, no puede ni ser ni estar dispersa, no puede ser sectaria, ni vanguardista, ni oportunista, ni cerrada, ni excluyente. No puede basarse en el afán de protagonismo de una persona o de una organización. La sabiduría popular no se equivoca y dice ‘‘que una sola golondrina no levanta temporal’’.
Creo firme e inquebrantablemente en la lucha popular. Pero también creo que la mala dirección de la lucha, como ha venido ocurriendo en los últimos años puede tirar por la borda el sacrificio de décadas que ha costado la vida, la libertad, la salud de hombres y mujeres de nuestro pueblo.
La unidad, tanto de las comunidades como de sus organizaciones, no puede ser una consigna vacía, debe ser una realidad ya que de lo contrario estaríamos arando en el desierto y exponiéndonos torpemente a perder ese poder que gracias a la capacidad de lucha se ha acumulado.
