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26 de enero de 2012

DUARTE VISTO DESDE HOY Por Juan Zapata P.

DUARTE VISTO DESDE HOY Por Juan Zapata P.
En estas reflexiones no pretendemos hacer el recorrido clásico de biografiar a Duarte, sino dejar un legado, a quienes nos hacen el favor de leernos, sobre la razón fundamental de aquella decisión de nuestro padre fundador de pedir que lo nombraran General de Brigada del Ejército Separatista en un gobierno de Pedro Santana. Debo recordar, que una vez decretada la separación de Haití, la Junta Central Gubernativa, que se crea para los fines de ordenar el gobierno que se elegiría, toma la decisión de mandar a buscar a Duarte a Venezuela porque se entendía iba a ser nombrado presidente de la República, pues se sabía de sus aspiraciones expuestas en la plataforma programática de La Trinitaria que era su partido político soporte. Debo afirmar que Duarte era un experto en Esgrima, deporte que practicaban los jóvenes de la clase media de los siglos XVIII y XIX para que le sirviera de base a la formación militar que se aspiraba como parte de una cultura doctrinal que se respiraba para estos siglos, ya que se entendía que el poder político se confundía con el poder militar y se suponía como el más diestro administrador de la cosa pública aquel que fuera un experto militar. Ante la resistencia que encontró Duarte en el país a su llegada, después de la separación, él decidió servir en el ejército, y no desde el Poder Ejecutivo, como se había supuesto. Esta decisión fue criticada por su hermana Rosa Duarte en su obra Notas Para la Historia del General Dominicano Juan Pablo Duarte y Diez, dado que ella entendía que su hermano no tenía las condiciones para dirigir tropas en el Cibao, como lo decidió Santana, pues no quería un competidor del linaje de Duarte haciéndole sombra y, sobre todo, por las desacertadas propuestas del Patricio ante las noticias de una invasión por el sur que degeneró en la Batalla de Azua del 19 de marzo de 1844. Duarte propuso allí el ataque encontrándolos cerca de la frontera, Santana, por otro lado, proponía que debían ser esperados en las cercanías de Azua, como de hecho sucedió, porque el ejército que venía a pié, con precariedades, desmoralizado y desmotivado, no tendría las suficientes agallas para enfrentar a un ejército dominicano inspirado y no con las precariedades que suponía el enfrentamiento propuesto por Duarte. Según Rosa Duarte, este es el único error que cometió Juan Pablo en sus aprestos político-militares, y que le costó ser degradado a niveles insospechados. Hoy debemos recordar a un Duarte de posiciones fijas, no a un hombre fuera de este mundo que no lo pueden percibir los muchachos que deben seguir sus ejemplos, porque sencillamente tratar de santificar a un ser humano de carne y hueso, con sabor a pueblo y sentimientos libertarios lo aleja de la intención trascendente que le concierne. Es hora de ver a Duarte eternamente joven por sus ideales, siempre activo por sus principios, y a un mortal Ad Vitam en nuestro devenir histórico por el ejemplo que nos ha dejado para compartir y renovar al nacer cada enero. Todavía la patria respira y debemos casarnos con la gloria de emular sus ejemplos.

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