Por Félix Jacinto Bretón-“Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en si el decoro de muchos hombres.
¿Se adelantaría el apóstol de la libertad cubana José Martí a los tiempos y pensaría, a la hora de pronunciar esas vibrantes y lapidarias palabras, en el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez? ¡Parecería que si!
Lo dicho por Marti encaja perfectamente en la figura de Fernández Domínguez, tomando en cuenta su vida y accionar como militar digno, visionario, carismático, valiente, puro, decoroso, inteligente, incorruptible, capacitado, aguerrido, caballeroso, con capacidad de sacrificio, entrega desinteresada, espontaneidad, sencillo y honesto a toda prueba que orgullosamente fue, y esto lo digo con toda la seguridad del mundo.
(Realmente pienso que se puede equiparar al inolvidable “Coronel de abril”, Francisco Alberto Caamaño Deño, su compañero de armas y de combate durante
Al conocer el largo historial de Fernández Domínguez, a pesar de su relativa juventud, se me erizan los bellos y no puedo evitar que la emoción me estremezca el alma y que mi sensibilidad nublen los ojos, que hasta me obligan a una pausa en la redacción de esta Trinchera.
Estoy devorando en estos días –no solo de pan vive el hombre- el libro que escribiera quien fuera su leal y valiente compañera y esposa Doña Arlette Fernández, una verdadera mujer de hierro: “Coronel Rafael Fernández Domínguez, soldado del pueblo y militar de la libertad”.
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