Ya Santiago tiene
Lo que no tenía
Basura en la calle
Y en la Alcaldía
Y un síndico mentiroso
Que no es bobería
No tiene precedentes -en la
historia de la municipalidad- la crisis institucional en que está sumergida la Alcaldía de Santiago desde el
pasado 16 de agosto, mientras que los servicios básicos que debe ofrecer la institución
al pueblo, se brindan “a medias” o si
no, permanecen paralizados por completo.
Que se recuerde, en el Salón de
Sesiones del ayuntamiento local se habían registrado altercados entre
concejales de partidos distintos, que se habían mentado “hasta la madre” en
caldeadas sesiones, pero nunca las cosas habían llegado al extremo a que
llegaron justamente cuando el país celebraba el 150 aniversario de la
Restauración de la República.
Santiago y el país necesitan un
desagravio por del condenable espectáculo ofrecido en el solemne
recinto del cabildo, aunque
después del palo dado ¡ni Dios lo quita! Lo sucedido será, por tanto,
como una mancha indeleble que arrastrará la administración del doctor Gilberto
Serrucho, perdón Serulle, hasta el 2016, cuando concluirá su gestión de 6 años.
Una cruz bastante pesada, pero no importa, ya que lo malo es lo largo del
camino.
Serrucho, perdón Serulle, llegó a
la corporación edilicia “con la fuerza del pueblo” pero es evidente que se ha
debilitado a tal grado, que en todas las encuestas hechas y opiniones recogidas
en la calle, a propósito del tercer aniversario, les lanzaron “rayos y
centellas” desde todos los litorales.
Esta administración recibe
críticas y más críticas porque ni
siquiera ha sido capaz de garantizar la limpieza de la ciudad corazón, que hoy
se encuentra convertida “en una pocilga de puercos de pobres”, como lo aseguró
el prestigioso jurista doctor Ramón Antonio-Negro-Veras en un artículo
publicado en LA INFORMARON y en otros medios.
Y ahora -como para ponerle “la
tapa al pomo”- miren lo que acaba de ocurrir en el solemne salón del Concejo
Municipal, donde se incidente la sesión que debió celebrarse el pasado 16 de
agosto para renovar el bufete directivo. En
vez de primar la armonía, confraternidad, hermandad, compañerismo y
solidaridad, aquello terminó “como la fiesta de los monos”...aunque la de los
monos terminó “a rabazos limpios” y la de los concejales “a sillazos limpios”.
Varios resultaron lesionados,
incluyendo Dilcia Rodríguez y Ramón Gómez, amigos nuestros. A Dilcia la traté
durante la administración de José Enrique y a Gómez lo conocí cuando era
gobernador provincial. Siempre simpático y respetuoso conmigo. Lamento
profundamente lo sucedido a él y a los demás, incluido al doctor Aulio Collado
Añico, a quien Juan Carlos Liz, del PRD, trató de agredir a trompadas.
Sinceramente, lo sucedido en el
Salón de Sesiones el pasado 16 de agosto da pena, lástima, vergüenza y
–añadiría- que “hasta ganas de llorar”. Una fecha tan emblemática y tan sagrada para la Patria
como esa, cuando l@s dominican@s sin excepción, lo que debemos es rendir
homenaje y tributo de recordación y gratitud a los héroes y mártires de la
Restauración, miren como lo celebran
“los representantes del pueblo”: entrándose a trompadas, sillazos, empujones y
ofendiéndose sin necesidad, y todo por apetencias personales y compromisos
políticos.
De estos incidentes, no culpo totalmente a los concejales. Para
mí, el principal responsable de todo lo ocurrido es el propio alcalde Serulle.
El, que ha patrocinado a una pandilla para hacer y deshacer a su antojo en el
Ayuntamiento, y que tiene una cáfila de trúhanes y de delincuentes a su alrededor
para que les aprueben todas sus vagabunderías.
Por eso cuando notó que “la
tortilla se le viraría”, y que perdería el control de la Sala Capitular, dio
“luz verde” para que se tronchara la sesión del viernes 16, cuyos resultados
todo el pueblo conoce porque ha sido el plato fuerte de los medios de
comunicación en estos últimos días.
Ah, y que ahora no quiera venir
el Serrucho, perdón Serulle, a querer “lavarse las manos” como Pilatos, que
todo el mundo ya lo conoce. Uno de los principales agitadores en la Sala, según
se vio en las imágenes difundidas, es su asistente personal Miguel Martínez, a
quien el MIU había expulsado de sus filas en junio pasado.
Mientras, por ahora le será
imposible al Serrucho, perdón Serulle,
retomar el control de la Sala. De nada, por tanto, le valdrá patalear ya que es una batalla que
tiene perdida. Esto, claro está, en caso
de que los 22 concejales que
favorecieron a Papito Cruz como
presidente y a Fausto Corniel como vicepresidente, mantengan su actitud hasta
el final. Es otra pelea que pierde el
alcalde por su inexperiencia, su falta de visión y de tacto, y su torpeza
política.
En otra Trinchera, evaluaré su
pésimo, frustrante y penoso tercer año de gestión...¡seguimos en combate!
Y en la Alcaldía
Y un síndico mentiroso
Que no es bobería
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