Uno de los dos pescadores que sobrevivieron cuatro meses en la taiga siberiana ha confesado que pudieron resistir gracias a que se comieron a un amigo que había muerto de frío.
Desde finales de noviembre la Policía de Siberia trataba de aclarar qué pasó con cuatro amigos que -según sus familiares-habían emprendido en agosto una expedición de pesca en la infinita taiga siberiana. Empezaron su aventura en agosto pero tuvieron que regresar a pie a través de los bosques, ahora cubiertos de nieve.
Casi cuatro meses más tarde de su salida, solo dos hombres regresaron de su aventura después de ser rescatados en la república rusa autónoma de Saja (Yakutia) por un helicóptero del Ministerio de Emergencias. Los dos supervivientes habían cubierto a pie una distancia de 100 kilómetros en el momento en que fueron rescatados.
Alexánder Abduláyev, de 37 años, y Alexéi Gradulenko, de 35, fueron encontrados apenas con vida después de haber sobrevivido a temperaturas de 30 grados bajo cero en la región más fría de Rusia. Agotados, ambos afirmaron que habían dejado a los otros dos miembros de su grupo en una choza de cazadores porque uno de ellos se había lesionado una pierna y no podía caminar. Sin embargo, los equipos de rescate hallaron después un cadáver humano descuartizado y congelado en el bosque. Los restos humanos tenían indicios de haber sido despedazados con un hacha. Al cuerpo le faltaban la mayoría de los músculos y no presentaba marcas de garras ni de dientes, señales características de un ataque de animales.
Ante estas evidencias Abduláyev confesó que él y Gorulenko tuvieron que recurrir al canibalismo, aunque insistió en que su amigo había muerto a causa del frío, según una página web local que cita fuentes policiales.
Hasta ahora la historia sigue siendo un misterio en cuanto a los objetivos reales del viaje, ya que varios acontecimientos previos a la tragedia señalan que se trataba a una prospección ilícita de oro. El diario ‘Komsomolskaya Pravda’ indica que uno de los hombres es un buscador profesional y la empresa en la que trabajaba se dedica a la búsqueda de oro en el área del río Sutama, lugar donde los ‘pescadores’ permanecieron acampados unas tres semanas.
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