La sociedad dominicana, en su mayoría, ha acogido con beneplácito la decisión de que los militares patrullen las calles para combatir la delincuencia y la violencia, según disposición del presidente Danilo Medina, a partir de la cual miembros de las Fuerzas Armadas han integrado las patrullas de la Policía para reforzar la vigilancia de todos los sectores del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo.
El jefe de la Policía Nacional, mayor general José Armando Polanco Gómez, instruyó que se fortalecieran sitios vulnerables, donde más casos de asaltos han ocurrido y el vocero de dicha institución, general Máximo Báez Aybar declaró: "Nosotros estamos reforzando las áreas donde detectamos más delincuentes, sacamos agentes del área que está más tranquila, pero sin descuidarla…la Policía está jugando su papel dentro del Plan Nacional de Seguridad Ciudadana, puesto en marcha en marzo de este año”.
Todo lo anterior es sumamente factible, si se tiene en cuenta que los últimos sondeos reflejaron que en los primeros cinco meses del actual año, las actividades delictivas bajaron un 4% con relación a 2012(se cometieron 5,232 asaltos en el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, y 23 muertes violentas). En 2013, y en las mismas ciudades, fueron constatados 3,425 asaltos y 18 muertes violentas en similares condiciones, “cometidas por bandoleros, que aprovecharon a sus víctimas en las calles, robándoles celulares, carteras y dinero, entre otros objetos”.
Lo anterior no satisface, pues cada muerte es un fracaso institucional que implica múltiples análisis; pero, ante la realidad, estas acciones forman parte de lo ineludible. Lo que no puede suceder es lo que constató este jueves en la tarde un equipo de este multimedios DominicanosHoy, quien tras realizar un recorrido por la ciudad supo que los agentes emplazados desde las 6 de la mañana en diversos puntos de la capital, doce horas después continuaban en sus puestos de vigilancia sin haber recibido alimento alguno.
“No podemos movernos de aquí, donde nos corresponde vigilar, pero estamos hambrientos y estas son las horas en que no nos han traído comida alguna”, comentó uno de los integrantes del patrullaje, quien añadió que tenía hinchados los pies de estar tantas horas parado en el mismo sitio, sin un descanso ni para ingerir algún alimento.
De hecho, impresionó la disciplina y porte de los militares y su decisión de no moverse de la guardia, aunque también afirmaron no contar con dinero para comprar nada, pues sus salarios continúan siendo muy bajos.
La Policía Nacional y las organizaciones del orden integradas en este patrullaje que busca defender a la ciudadanía de asaltos y muertes, deben analizar esta situación y atender a quienes cuidan a las familias dominicanas, que por mucha preparación e instrucción militar que tengan, requieren de alimentación oportuna y cierto tiempo de relajación para ser altamente combativos y proseguir con el cumplimiento de sus deberes. No hay que olvidar que la delincuencia se prepara y, lamentablemente, se refuerza con lo que roba y quita a los demás.
Si bien, como se ha dicho, la entrada de miembros de las Fuerzas Armadas al patrullaje en las calles, ha obligado a que la delincuencia se esconda, no hay que olvidar que están ahí, esperando la menor oportunidad para asomar sus fauces y “el mal comido no piensa, ni actúa bien” ¿No es cierto?
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