Aún sin derramar una lágrima, mi alma se desangra, por eso: ¡Confieso haber llorado! No puede ser posible, una paloma de paz ha caído victima de la violencia descarnada, que por desgracia, se aposenta en el mundo. Era temprano el sábado cuando recibí la llamada de un amigo para informarme, que en un acto de cobardía, habían asesinado de manera brutal a Facundo Cabral.Y cómo evitar que empezaran a amontarse los recuerdos. Las veces que fui a sus conciertos. Magistral, imponente, solo él y su guitarra, vestido de azul vaquero, un atril, y su magia, en medio del escenario del Gran Teatro del Cibao, de donde salíamos, a pesar de lo simple de la puesta en escena, sencillamente alucinados.
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