Politica
"Nadie habrá de vernos militar en trincheras que nieguen esas metas emancipadoras. ¡Que va!", advierte Narciso Isa Conde
“A Guillermo Moreno pudo irle mejor si se hubiera izquierdizado” (entrevista)
“Las fuerzas transformadoras son vastas y diversas. Su debilidad es la dispersión, la falta de un cauce, de un referente unificador”, sostiene Isa Conde
SANTO DOMINGO. República Dominicana.–Para Narciso Isa Conde los
partidos pequeños que operan como rémoras en el sistema electoral no son
más que “garrapatas” que deben ser vista como “verdaderas ficciones
dependientes de lo ajeno”. El dirigente político de izquierda también
cuestiona la forma en que operan las cúpulas del PRD y el PLD, los dos
partidos soportes del sistema político electoral dominicano.
Al referirse al partido oficialista y a sus aliados dice que la
organización reina “junto a sus `garrapatas`, pero presentando ya
desgarraduras profundas y abiertas entre el leonelismo y el danilismo”.
Se muestra optimista respecto a la posibilidad del surgimiento de “una
tercera fuerza”.
¿Existe la posibilidad de que surja una tercera fuerza política?
Va a surgir otra fuerza, muy diferente y diferenciada. La dictadura
institucionalizada, que incluye un sistema electoral secuestrado y
corrompido, equivale a nivel de Estado al paso forzado de un sistema bi o
tri-partista a uno unipartidista morado, también en proceso crítico.
En perspectiva el sistema tradicional de partidos presenta una clara
tendencia al agotamiento y a su eventual colapso. Ya el PRSC se agotó,
no pasa de ser una matrícula comprada por la cúpula del PLD y su Estado,
a la vez dividida por las ambiciones y el negocio político. Uno de los
dos PRD (muy minoritario), el de Miguel Vargas Maldonado, está en una
situación parecida, solo que más “empresarialmente” homogéneo. El otro
PRD (con más fuerza) está atrapado, sin su matrícula histórica y
amenazado de nuevas divisiones. Y de los partiditos garrapatas debe
decirse que son verdaderas ficciones dependientes de lo ajeno.
El Comité Político del PLD reina en su dictadura
político-institucional, montada sobre una dictadura de la clase
capitalista criolla y transnacional, en la que además de intereses
corporativos propios (sustraídos al Estado y al patrimonio nacional que
administra), está asociado a verdaderas mafias empresariales y a una
parte importante de esa clase dominante, traficante de influencia.
Reina orondo el PLD junto a sus “garrapatas”, pero presentando ya
desgarraduras profundas y abiertas entre el leonelismo y el danilismo,
ambos prisioneros y en competencia por la hegemonía dentro de un
neoliberalismo decadente, un clientelismo degradante, una partidocracia
corrompida y un Estado narco-delincuente; cuyo gobierno administra su
presupuesto, deudas, propiedades, suelo, subsuelo y sobre-suelo como
patrimonio de gobernantes y facciones en el poder.
Tal realidad tiende a generar un gran espacio para una nueva fuerza y
una nueva opción de poder, cuyo escenario inicial habrá de ser primero
extra-institucional y luego en el campo de sufragios no secuestrados.
Como pasó en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Túnez, Egipto:
primero en las calles, plazas y caminos donde habrá de expresarse la
indignación popular en forma de movilizaciones plebiscitarias,
generando contra-poder y resquebrajando la vieja institucionalidad y su
sistema electoral tramposo.
“En las actuales circunstancias, primero hay que encabezar la lucha de calles y acorralar el régimen, para luego catapultar en un sufragio medianamente democrático todo lo acumulado”
Esto con mayor razón ahora, por lo dicho más arriba respecto a la
dictadura institucionalizada y al sistema electoral de Roberto Rosario,
Leonel Fernández y Danilo Medina.
Las dictaduras políticas solo se debilitan o se rompen con la
democracia de calle. Lo difícil hoy es vaticinar fechas y modalidades
para lograr ese momento y esa nueva construcción. Pero examinada la
historia política reciente, pienso que ese es el camino pertinente para
forjar nuevas vanguardias, crear contrapoder popular y construir un
amplio y diverso movimiento transformador, resultado de la confluencia
de todas las rebeldías: clasistas, juveniles, femeninas, ambientalistas,
patrióticas, anti-racistas…
¿Por qué fracasan, en término electoral, iniciativas de la
izquierda, como la Fuerza de la Revolución, u otros tipos de proyectos
como el de Alianza País, Frente Amplio y el Miuca?
Tiene
que ver con el sistema altamente excluyente y antidemocrático
establecido, con el oligopolio electoral conformado, con la gravitación
imperialista en nuestro Caribe y en nuestra isla; con herencias
dogmáticas, euro-céntricas y seguidistas; con grandes déficits
organizativos y logísticos acumulados; con culturas y prácticas
divisionistas e individualistas enraizadas; con errores en las políticas
de alianza, con la gravitación en su seno de corrientes reformistas e
inclinaciones a aliarse con una parte de las derechas o a parecerse a
ellas y a no impugnar vigorosamente sus reglas de juego; y con los
déficits en la formulación de alternativas al capitalismo neoliberal, en
la transición hacia una nueva democracia y en la nueva propuesta
socialista a partir del derrumbe del denominado socialismo real.
Tiene también mucho que ver con el predominio en las luchas sociales
de posiciones exclusivamente reivindicativas y en buena medida
autoritarias y manipuladoras, que han frenado los necesarios procesos de
politización de los viejos y nuevos movimientos sociales y obstruido su
articulación con las organizaciones políticas revolucionarias, en
dirección a crear una izquierda político-social renovada.
Esto relacionado con graves incomprensiones en temas trascendentes
como el medio-ambiental, la opresión de género, la cuestión
dominico-haitiana, el adulto-centrismo, la composición del sujeto
popular transformador, los métodos de relacionamiento con la sociedad y
la democracia a defender.
Tiene que ver el devenir del PRD y del PLD, originalmente fuerzas del
cambio y las reformas avanzadas, en fuerzas de las derechas
conservadora; como también la renegación y traición de muchos/as
ex–izquierdistas y la derechización relativa de una buena parte de las
izquierdas, evidentes hoy en casos como Frente Amplio, Alianza País y
Fuerza de la Revolución, entre otros.
Ha sido causa relevante de esos precarios resultados electorales, no
darle prioridad a la lucha por el cambio del sistema electoral, por su
necesaria y profunda democratización, por jueces electorales probos, no
partidistas, no parcializados; por normas equitativas en el acceso a los
medios de campaña, por erradicación del control oligopolio bi y
tri-partidista en la JCE, por reglas que contrarresten la
mercantilización de la política.
Y esto ahora es mucho más necesario en el marco de la dictadura política morada, con su JCE y sus despreciables “altas” cortes.
¿Cómo se define Narciso Isa Conde ahora mismo respecto a una
organización política? ¿Pertenece a alguna en particular? ¿Rompió con
todas?
Después de resquebrajarse el proceso de fusión del Partido Comunista
Dominicano (PCD) con otras tres organizaciones marxistas –proceso que
creó la Fuerza de la Revolución (FR)– la mayoría de los que integramos
ese proyecto fallido y otros camaradas sin partido, formamos el
Movimiento Caamañista (MC), que asume la lucha por una nueva democracia y
un nuevo socialismo. Soy miembro de su Coordinación Central. Comunista
ayer, hoy y siempre, de los de verdad.
Recientemente, desde hace poco más de un año, el MC forma parte de la
Izquierda Revolucionaria (IR), integrada por el Frente Popular Aniana
Vargas (FEPAV), el Movimiento Caamañista, el Movimiento Popular
Dominicano (MPD), la Fuerza Popular Duartiana (FPD), el Movimiento
Restaurador Socialista y la Liga Socialista de los
Trabajadores/Congreso/Unitario de Revolucionarios y Revolucionarias
(LST-CURR), además por un conjunto de revolucionarios independientes.
Este
proceso unitario sigue avanzando y diferenciándose de una parte de la
izquierda que tiende a dejarse absorber por el sistema, por seguir
aferrada a una línea unilateralmente electoralista y no entender que a
nivel de Estado todo ha cambiado para peor y que es preciso ejercer la
democracia de calle para crear fuerza propia, enfrentar la dictadura
institucional, cambiar esa JCE y desbrozar el camino de una
Constituyente Popular y Soberana… al compás del impulso a las luchas por
las demandas inmediatas: Loma Miranda, Barrick Gold y otras concesiones
mineras, paquetazos, impunidad, carestía, salarios dignos,
femenicidios, libertades, sentencia racista…
Mi ruptura es con este sistema capitalista altamente destructivo y
genocida, con su seudo-democracia, con su partidocracia corrompida y
neoliberal, con su actual régimen político y con los que ayudan –por
acción, omisión o desvío– a prolongar su existencia y su dominio a
través de estas instituciones y de sus mecanismos de reciclajes bajo
control dictatorial.
¿Existe la posibilidad de que un sector ajeno a los
movimientos de izquierda de las últimas décadas articule una “tercera
fuerza” que tenga éxito en término electoral?
Hay izquierdas históricas que van dejando de serlo. Hay otras que
procuramos reafirmarnos como tal y renovarnos, radicalizándonos en el
mejor sentido del término. Hay nuevas izquierdas y nuevos movimientos
sociales que las expresan. Hay mucha izquierda dispersa, sin
organización, sin partidos. Hay muchos sectores, que en los hechos son
de izquierda, aunque no se asuman como tales. Las fuerzas
transformadoras son vastas y diversas. Su debilidad es la dispersión, la
falta de un cauce, de un referente unificador. La nueva fuerza, que
podría convertirse –según el tiempo– en tercera, segunda o primera,
deberá ser la suma, la confluencia de todo eso y mucho más; nutrida
fundamentalmente por las nuevas generaciones, por jóvenes, mujeres,
trabajadores, abrazados el ideal emancipador rearmado.
“Antes de lograr apoyo en las urnas, hay que lograrlo en la sociedad participando en sus luchas y en sus rebeldías”
La pienso como articulación de varias experiencias acumuladas: las de
las izquierdas históricas inclaudicables y renovadas unidas a nuevas
fuerzas transformadoras y nuevas generaciones políticas con voluntad
transformadora e innovadora. Amalgama de memoria revolucionaria,
experiencia, juventud, nueva intelectualidad y sujeto popular.
Para mí es impensable no formar parte de lo que debo contribuir a
forjar: esa nueva oposición al sistema en crisis, esa nueva fuerza del
cambio actual. Igual lo entiendo para casos como el del MC y de IR cuya
principal misión debe ser facilitar, participar, impulsar y compartir lo
nuevo en vía de surgir y de crecer.
¿Por qué organizaciones como Alianza País, Fuerza de la Revolución o el Miuca no lograron concitar un gran apoyo en las urnas?
Antes de lograr apoyo en las urnas, hay que lograrlo en la sociedad
participando en sus luchas y en sus rebeldías. Lo electoral es una
derivada, sobre todo en el caso de las izquierdas y las fuerzas
transformadoras.
Ya hablé de muchas de las causas de tales resultados. Ahora me limito a señalar unos pocos hechos que la ilustran decadencias.
Lo poco que queda bajo el nombre de Fuerza de la Revolución se
subordinó a Alianza País, respaldando un programa y un discurso de
reformas moderadas, respetuoso de las reglas e instituciones del
sistema. El PCT-MIUCA creó, junto a un pequeño grupo derechizado
(proveniente del MPD), el llamado Frente Amplio que postuló a un
peledeísta díscolo a la Presidencia con un programa gelatinoso.
La FR, el PCT y el MIUCA han llegado incluso a aliarse con el
corrompido PRD en las elecciones congresuales y municipales y a apoyar,
junto al partido blanco, la candidatura a alcalde de Santiago de
Gilberto Serrulle, y todavía están integrados a su desastrosa gestión.
En Navarrete, sectores dependientes de FR y del Frente Amplio han
optado incluso por hacer “asopao” y “convivios deportivos” con los jefes
regionales de una Policía Nacional asesina y corrupta.
Alianza
País, que ha tenido la virtud de resistirse a hacer alianzas con el PRD
y PLD, prefiere llamarse “centro-progresista”, ausentarse de casi todos
los escenarios y temas de confrontación con el sistema y colocarse
lejos de los movimientos sociales más combativos y de las izquierdas
radicales (aquella que va a la raíz de los problemas).
Así no se construye lo alternativo, ni se crea una fuerza transformadora, ni se puede atraer la indignación del pueblo.
¿Cómo perjudica o beneficia a los partidos alternativos la
existencia de una serie de partidos pequeños que sólo operan como
rémoras adheridos a los dos más grandes, al PRD y al PLD, a cambio de
cargos en el Estado?
La existencia y los roles de los “partiditos garrapatas” deben
denunciarse sin contemplaciones. Ellos solo sirven para crear pequeñas
clientelas funcionales a los grandes partidos corruptos y corruptores,
hacer trampas, diseñar bultos electorales y alterar resultados. Como
lacras visibles del sistema solo son útiles al campo revolucionario en
tanto permiten impugnar uno de las vertientes del uso de la política
como negocio grupal y privado.
De por sí ni restan ni suman a las izquierdas. Sirven a la
podredumbre política y, en consecuencia, contaminan y le quitan
credibilidad a las fuerzas no corrompidas cuando estás buscan aliarse
con ellos. Y eso ha sucedido incluso con grupos que se proclaman de
izquierda y ejercen el oportunismo de derecha.
¿Cuál ha sido el gran pecado de la izquierda dominicana y de
las opciones alternativas que le ha impedido lograr un apoyo electoral
consistente?
Como no es cuestión religiosa, no se trata de haber “pecado”, ni
tampoco de un asunto estrictamente electoral. Los errores cometidos no
son iguales en todos los casos y en todos los tiempos.
Las debilidades no han sido ni son exclusivamente electorales, menos
podrían referirse solamente a decisiones propias de las izquierdas, sin
tener en cuenta los regímenes políticos impuestos, la fuerza de la
contrarrevolución e intervención externa en esta zona del mundo, las
características de las fuerzas opresoras y las mutaciones negativas del
PRD y el PLD (renegando incluso de todo progresismo). Las izquierdas han
sido diversas y siguen siéndolo, los procesos también. Y existió una
izquierda, que aun llamándose así, dejó de serlo, lo que siembra
desconfianza en el pueblo. Todo eso influye.
Aquí,
en la mayoría de las situaciones no ha existido ni existe el ejercicio
del sufragio en mínimas condiciones de libertad y democracia. En ese
orden el sistema ha variado para peor por decisiones despóticas y eso
impone la necesidad de exigir la destitución de esta JCE y del TSE,
organismos a todas luces corrompidos. Impugnarlos para adecentar y
democratizar esas instancias que degradan el sufragio.
Esa debe ser una de las demandas imperiosas en calles y plazas
públicas, en el contexto de la lucha por un sufragio no viciado, normas
democráticas de participación, Constituyente Popular y nueva
institucionalidad. Lo otro es aceptar pasivamente el matadero, incluso
en el caso de concretar una alianza con la parte mayoritaria del PRD,
por demás entrampada, también corrompida y neo-liberalizada en sus
cúpulas dirigentes, incapaces de impugnar la JCE y las cortes moradas.
¿Por qué han fracasado proyectos que a muchos parecían
potables desde el punto de vista ético, como el de César Estrella
Sadhalá o Guillermo Moreno García?
Creo haber dado en gran medida respuesta a esa pregunta en forma
indirecta. Ahora lo hago directamente y agregando otros argumentos. La
cuestión no es solo ética. Estrella Sadhalá era un político de derecha y
ese espacio estaba súper ocupado. A Guillermo Moreno pudo irle mejor si
en estas condiciones se hubiera izquierdizado y si su Alianza País
hubiera optado por promover con vigor y sumergirse en las luchas
sociales contestarías, enfrentando estas instituciones decadentes,
radicalizando programa y discurso hacia lo transformador, superando
conservadurismos.
A las izquierdas se le puede crucificar por sus reducidas mediciones electorales dentro de este ordenamiento jurídico-político, pero nadie puede negarles su extraordinaria contribución.. a todos los logros políticos, sociales y culturales del país"
Las derechas políticas y sociales, sobre todo las opositoras, siempre
tienen más posibilidad de copar el llamado “centro-progresista” que los
izquierdistas que se moderan.
Ahora esa verdad, el espacio para crecer sin derechizarse, se
multiplica con el debilitamiento post elecciones 2012 de la
bipolarización, que aquí siempre operó para reducir los espacios
electorales de las izquierdas y centro-izquierdas.
Ahora el chance es mayor para las fuerzas transformadoras (por la
situación crítica del PRD y del sistema de partidos), sobretodo si se
prioriza la impugnación de estas instituciones y se crea otra situación
política, que posibilite resquebrajar los amarres de la dictadura
política peledeísta y su sistema de trampas, desde una opción
nítidamente alternativa, anti-neoliberal, antiimperialista,
anticorrupción y transformadora, como en su momento y con sus
peculiaridades simbolizaron Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa…
A mi entender, en las actuales circunstancias, primero hay que
encabezar la lucha de calles y acorralar el régimen, para luego
catapultar en un sufragio medianamente democrático todo lo acumulado. No
hay de otra para avanzar sustancialmente.
Las elecciones, salvo en 1962 y medianamente en 1978 (ambas
precedidas de grandes convulsiones político-sociales) ha dejado
poquísima cosas buenas al país. Y no deben ser el referente principal
para medir el éxito y los aportes de una determinada organización o
tendencia política.
Esa forma de pensar es absolutamente funcional a un sistema y a
partidos realmente fracasados, por los males que le han acarreado a la
sociedad. El PRD, en algunos casos, perdió ganando elecciones en 1982 y
en 2000, y el país perdió mucho. El PLD en todos los casos lo ha
empeorado todo. Ambos se convirtieron en instrumentos de una
partidocracia corrompida y de un capitalismo neoliberal. Sus cúpulas se
enriquecieron y sus estructuras se infectaron de lo peor.
Si el fracaso o el éxito se miden por el grado de bienestar para el
pueblo que pueda garantizar el ejercicio político, hay que decir que el
fracaso del PRSC, PRD, PLD y aliados ha sido estrepitoso y trágico,
aunque ciertamente en diferentes aspectos y magnitudes en cada caso.
La derecha originaria y las derechas adoptivas son las responsables del drama de nuestra nación y nuestra sociedad.
A las izquierdas se le puede crucificar por sus reducidas mediciones
electorales dentro de este ordenamiento jurídico-político, pero nadie
puede negarles su extraordinaria contribución –a contracorriente del
tipo de dominación– a todos los logros políticos, sociales y culturales
del país; así como su liberación de culpas en la sangre derramada,
libertades truncadas, la corrupción desplegada, la soberanía mancillada,
el empobrecimiento expandido y las penurias sufridas por el pueblo. En
estas vertientes las derechas, los renegados de la izquierda y el
progresismo tienen todas las medallas habidas y por haber.
Nuestras culpas se relacionan con nuestras incapacidades en la
necesaria contribución para la creación del poder del pueblo para
sembrar socialismo. Pero en eso estamos y estaremos cada vez con más
voluntad superadora de nuestras fallas y límites históricos.
Contrario a lo acontecido en las últimas décadas del siglo XX, estos
tiempos son propicios para avanzar en esas direcciones. Nadie habrá de
vernos militar en trincheras que nieguen esas metas emancipadoras. ¡Que
va!
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