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17 de julio de 2013

A pleno sol violencia extrema
Por Manuel Hernández Villeta
Hay que tener mucho cuidado de perder la sensibilidad social, y equivocar los caminos. El principal problema y dolor de cabeza de la sociedad dominicana es la marginalidad y la exclusión social. La delincuencia es tormentosa, pero no pasa de ser una secuela del hambre y la falta de oportunidades.
Nunca se deben dedicar todos los recursos militares, policiales y de asistencia social a la lucha contra el crimen, a contrapelo de las áreas marginadas. Lo ideal es que se unan todas las vertientes en este camino.
Junto a los guardias que hacen una redada a las seis de la mañana, o el policía que práctica un allanamiento, debe ir el camion lleno de plátanos y salchichón. Es con la prédica social, primero, y el tiro después, que se podrá controlar la delincuencia.
Hay síntomas distintos, y medicinas con marcas diferentes, cuando se trata de un robo llevado a cabo por un ladronzuelo de esquina, que cuando el delito es producto de una labor fría y ordenada de un representante de los estafadores de cuello blanco.
La labor de la policía y organismos de seguridad para hacer frente al delito debe ser fortalecida, de eso no hay dudas. Es más, en ocasiones hay que usar el palo, el intercambio de disparos y hasta la ley de fuga, contra curtidos criminales.
Pero si el delito se tipifica con la acción callejera, hay que ir a la raíz de donde salen los hampones, que son los barrios marginados. Las acciones sociales se tienen que tomar conjuntamente con apretar el gatillo, o cerrar las rejas.
Delitos son delitos, y los responsables tienen que ser llevados a los tribunales, pero también hay que tipificar el crimen. No es lo mismo, como dijimos, el hampón de aire acondicionado, que el patán-gatillero que reside en una barriada caliente.
Las reformas de la Policía o de las Fuerzas Armadas no van a solucionar el problema. No se trata de cómo actúen los agentes, sino de cómo va creciendo la criminalidad, y las medidas que se deben tomar para atajarlas.
Si solo hay persecución del delito, sin mejorar las condiciones de vida de una mayoría sensible de dominicanos, por cada delincuente que caiga, habrá tres o cuatro en espera para hacese dueños de su punto de venta de drogas, o su área de mal accionar.
Adelante la lucha contra el crimen, pero también el mejoramiento de la cuchara, de la escuela y de los hospitales

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