Duarte:
bicentenario de su nacimiento
Dos siglos, sí, dos
siglos para tratar de entender la idiosincrasia o forma de ser y pensar de un
pueblo bendecido por Dios, al colocarlo en el justo trayecto del sol, como bien
lo describiera un poeta de apellido Mir. Yo, Juan Pablo, con doscientos años de
un largo sueño de esperanzas truncas en equidad, justicia social y económica,
en una sociedad colmada de tantos recursos naturales y seres humanos
hacendosos. Sin embargo, el despertar de ese largo sueño me deja turulato, me
siento noqueado como si un boxeador, de una categoría superior, me diera una
tanda de rectos, jabs y uppercuts en todo el cuerpo, sin poder llegar al último
round.
El mareo confunde mi pensamiento y un sabor
amargo llega a la boca, bajando a mis entrañas cual si fuera un alud que corta
y derrumba todo lo que encuentra a su paso. Necesito un médico, no cualquier
galeno, sino, alguien que pueda traerme luces ante las nebulosas existentes en
mi cerebro. Me doy cuenta que la “maldad” que tengo no es fisiológica, no, mis
órganos funcionan de manera equilibrada; tampoco, síquica, mi sistema nervioso
marcha adecuadamente. Ausculto mi alma y mente hasta sentir dolor en todo mi
cuerpo y llego a la conclusión que padezco de un mal social, sí, es el dolor
producto de saber que muchos me tienen en sus labios sin tener la suficiente
higiene para pronunciar mi nombre.
No me creo la
última coca cola del desierto ni ser frutifrutis, pero, tengo mil razones para
exigir de mis conciudadanos acciones que vayan en bienestar y superación de la
Patria, ya que por ella he luchado y a ella me entregué en cuerpo y espíritu
porque comprendí que “Vivir sin Patria es lo mismo que vivir sin honor”.
Lamentablemente, veo que la mayoría de buenos dominicanos han sido víctimas de
las maquinaciones de los perversos que utilizan nuestro gentilicio y se creen
los “bienaventurados” de Dios para seguir engañando, explotando y robando el
producto del trabajo decente de los asalariados.
La bruma
bicentenaria muestra que la política, que debiera ser la más bella y limpia del
quehacer humano, ha sido utilizada como el botín de guerra preferido de los
sanguinarios piratas, donde Henry Morgan, William Kidd, Edward Teach
“Barbanegra” y Bartholomew Roberts les quedan como niños de teta y los
todopoderosos tutumpotes, al decir del “soñador”, honesto e íntegro señor Bosch, han gozado de las mieles del poder
bajo el manto de las confabulaciones, inmundicias y corrupción. Están “ojos
avizor” para seguir “ordeñando” la vaca nacional y, todavía, no se vislumbran
acciones responsables para someterlos al banquillo de los acusados y hacer
posible que la justicia sea una señora ciega. Vuelvo a recordarles mi mensaje
de “ser justo lo primero, si quieren ser felices”.
El tiempo es
propicio para profundizar en la seguridad ciudadana, lucha contra la
corrupción, sicariato, drogas y demás males sociales. ¡¡¡Manos a la obra!!!
Como dijera el Presidente Medina.
El Bicentenario de
mi nacimiento, a partir del 26 de enero de 1813 al 26 de enero de 2013, es el
momento preciso para seguir con tesón y ardor la hermosa empresa de una Patria
grande, bella y amorosa, donde cada ciudadano lleve grabado en su alma el
nombre de República Dominicana. Y en ese instante, sí, en ese instante, mi alma
histórica estará tranquila y feliz de haber ideado y servido a la razón y
objetivo de mi vida, la Patria.
Lic. Gilberto López Taveras
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