Félix Jacinto Bretón
Doña Juana Evangelista Martínez viuda Bretón contaba con 94 “mermejos” -nunca pregunté por qué mamá llamaba así a los años aunque solo cuando eran muchos- pero aun, con esa edad, lucía físicamente bien y con todos y los achaques de salud, no requería de nadie para moverse dentro de la casa.
La semana pasada, sin embargo, Dios la mandó a buscar de repente “para su Reino”. Estando en su vivienda, sufrió un infarto y poca cosa se pudo hacer. Su corazón se apagó y cerró los ojos para siempre.
No puedo dejar que su muerte pase desapercibida, sobre todo porque desde muy pequeño traté a Doña Gelita, como más se le conocía entre sus familiares y allegados. Incluso, me atrevo a asegurar que en la comunidad donde residía, poquísimos sabían ni saben su nombre de pila.
El hecho de que conociera a esta formidable y extraordinaria mujer desde la niñez se debe, sencillamente, a que era la viuda de Antonio Bretón López, quien fuera hermanito “de padre y madre” de mi querida vieja” Lucila Mercedes (qepd también). Bastante carpeta que llegué a dar en esa casa entre la niñez y la juventud.
Ocurre que mis abuelos por la parte materna, Emilia y Ercilio, vivían cerca de donde residía esta familia, y cuando llegamos por allá, aprovechamos para seguir hasta la casa de estos, la cual todavía está a unos cuantos metros nada de distancia, allá en el campo.
Entonces, porque conocí y porque traté muy de cerca a Doña Gelita, es que puedo dar testimonio fiel sobre su persona. Para mi era toda una “heroína anónima”. Bueno podría ir más lejos, todavía, y decir que era especie de una “santa en la tierra”.
Fue un verdadero ejemplo, un estandarte, un paradigma, y perdónenme, pero todavía quedo corto. Y todo esto lo digo, no porque estuviera cercana a mi como familia ni tampoco porque haya muerto ¡es que es así!
Si alguien lo duda, que vaya y averigüe en la comunidad donde vivió durante largos años. Una madre que se una a su esposo para criar una larga familia y sacarla adelante, en medio de las estrecheces, muy severas ¿que titulo podría merecer?
Fueron ocho hijos criados “a mano pelá”, para decirlo de la forma más entendible posible, y a pesar de todo, junto a Antonio luchó y luchó y hoy casi todos son profesionales. Bueno, con decirles que Gelita era la madrecita del obispo de la diócesis de la provincia Peravia (Bani) Freddy Bretón Martínez, mi primo.
También procreó a Miladys, Bernardita, Constantino, Carmen Nelia, Domingo, Taty y Martin Alejo, que fue el último. Entre ellos hay profesores, un agrónomo, una estomatóloga, etc. Se dan cuenta porque hablo así de esta mujer.
Algo importante que debo señalar, antes de terminar, es que nunca la escuché haciendo ostentación ni galas de nada, en absoluto. Mucho menos la oí pronunciar una palabra descompuesta. Era un ser humano revestido de sencillez, paciencia y humildad desde los pies hasta la cabeza.
Con ella se cumplió la ley de la vida: nacer, crecer, multiplicarse y morir. Lamentamos su desaparición física, la comunidad perdió un símbolo, pero Dios la mandó a llamar para que se presentara a su Reino, y la despedimos el pasado viernes. Por Doña Gelita hoy elevamos una plegaria al Creador del Universo. En paz descanse y en gloria este ¡seguimos en combate!
La semana pasada, sin embargo, Dios la mandó a buscar de repente “para su Reino”. Estando en su vivienda, sufrió un infarto y poca cosa se pudo hacer. Su corazón se apagó y cerró los ojos para siempre.
No puedo dejar que su muerte pase desapercibida, sobre todo porque desde muy pequeño traté a Doña Gelita, como más se le conocía entre sus familiares y allegados. Incluso, me atrevo a asegurar que en la comunidad donde residía, poquísimos sabían ni saben su nombre de pila.
El hecho de que conociera a esta formidable y extraordinaria mujer desde la niñez se debe, sencillamente, a que era la viuda de Antonio Bretón López, quien fuera hermanito “de padre y madre” de mi querida vieja” Lucila Mercedes (qepd también). Bastante carpeta que llegué a dar en esa casa entre la niñez y la juventud.
Ocurre que mis abuelos por la parte materna, Emilia y Ercilio, vivían cerca de donde residía esta familia, y cuando llegamos por allá, aprovechamos para seguir hasta la casa de estos, la cual todavía está a unos cuantos metros nada de distancia, allá en el campo.
Entonces, porque conocí y porque traté muy de cerca a Doña Gelita, es que puedo dar testimonio fiel sobre su persona. Para mi era toda una “heroína anónima”. Bueno podría ir más lejos, todavía, y decir que era especie de una “santa en la tierra”.
Fue un verdadero ejemplo, un estandarte, un paradigma, y perdónenme, pero todavía quedo corto. Y todo esto lo digo, no porque estuviera cercana a mi como familia ni tampoco porque haya muerto ¡es que es así!
Si alguien lo duda, que vaya y averigüe en la comunidad donde vivió durante largos años. Una madre que se una a su esposo para criar una larga familia y sacarla adelante, en medio de las estrecheces, muy severas ¿que titulo podría merecer?
Fueron ocho hijos criados “a mano pelá”, para decirlo de la forma más entendible posible, y a pesar de todo, junto a Antonio luchó y luchó y hoy casi todos son profesionales. Bueno, con decirles que Gelita era la madrecita del obispo de la diócesis de la provincia Peravia (Bani) Freddy Bretón Martínez, mi primo.
También procreó a Miladys, Bernardita, Constantino, Carmen Nelia, Domingo, Taty y Martin Alejo, que fue el último. Entre ellos hay profesores, un agrónomo, una estomatóloga, etc. Se dan cuenta porque hablo así de esta mujer.
Algo importante que debo señalar, antes de terminar, es que nunca la escuché haciendo ostentación ni galas de nada, en absoluto. Mucho menos la oí pronunciar una palabra descompuesta. Era un ser humano revestido de sencillez, paciencia y humildad desde los pies hasta la cabeza.
Con ella se cumplió la ley de la vida: nacer, crecer, multiplicarse y morir. Lamentamos su desaparición física, la comunidad perdió un símbolo, pero Dios la mandó a llamar para que se presentara a su Reino, y la despedimos el pasado viernes. Por Doña Gelita hoy elevamos una plegaria al Creador del Universo. En paz descanse y en gloria este ¡seguimos en combate!
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