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19 de enero de 2012

CARTA PASTORAL DE LA CONFERENCIA DEL EPISCOPADO DOMINICANO

Celebración. Los obispos jefes de las once diócesis del país, auxiliares y eméritos, iniciaron las celebraciones del 50 Aniversario de la CED.
Ramón Urbáez
hector.urbaez@listindiario.com
Santo Domingo
La Iglesia Católica atribuyó ayer a la crisis moral que afecta la nación, la violencia generalizada y el incremento de la violencia contra la mujer y la familia, la precariedad de los salarios y los servicios básicos, la corrupción rampante y la mediocridad de los politicos.
En su carta pastoral con ocasión de las fiestas de la Virgen de La Altagracia, el próximo 21 de enero, la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) ratifica, al mismo tiempo, su compromiso de contribuir para que los dominicanos logren tener una nación más sana moralmente, más fraterna, justa y equitativa.
Los obispos entienden que más que la crisis económica, financiera y política, que hoy preocupa tanto a la humanidad, es la crisis moral y humana el origen de los grandes males sociales que destruyen la familia y la convivencia social.
Como sacerdotes y obispos, dicen que les preocupa que esta crisis moral y humana haya ido enquistándose en el alma nacional, originando una creciente ola de violencia y descomposición social. El documento fue leído en la tarde de ayer por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo Metropolitano de Santo Domingo y presidente de la CED, en el programa radial “La Voz de los Obispos”, que se trasmite todos los jueves a las 4:00 PM, a través de una cadena nacional de emisoras, que tiene como estación matriz a Radio ABC y Vida FM de Santo Domingo.
En la carta, los obispos detallan, de manera pormenorizada, los aportes que la Conferencia del Episcopado Dominicano ha realizado al país en sus 50 años de existencia, desde que fue creado como organismo superior de la iglesia dominicana el 22 de septiembre de 1962.
“Nos preocupa todo esto y prometemos que al pueblo dominicano no le faltará nuestra voz sincera ni nuestra crítica, como tampoco nuestro aliento al comportamiento correcto”.
Reiteraron que en el ámbito nacional hay que situar la causa de la violencia en general, la precariedad de los salarios y los servicios básicos, a la dimisión del deber educativo por parte de las familias, de la escuela y de los medios de comunicación social, que desorientan en vez de orientar. La violencia en general y otros grandes males tienen también mucho que ver con “la mediocridad de muchos políticos, la corrupción rampante. Al margen de errores y desaciertos, que lamentamos y que confiamos a la entrañable misericordia de Dios y a la comprensión de nuestros fieles y conciudadanos, la hoja de servicio en estos 50 años de la CED ha sido espléndida”, dice el documento.
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APORTES Y EXPANSIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA
Entre los aportes de la CED, los obispos citan la creación de instituciones educativas, como la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), en Santiago, con su extensión Recinto Santo Tomás en la Capital; el Instituto Nacional de Pastoral; el Instituto de la Familia, adscrito a la Universidad Católica Santo Domingo, y el Centro Dominicano de Asesoría e Investigaciones Legales (CEDAIL).
Asimismo, el Tribunal Eclesiástico Nacional, el Semanario Católico Nacional Camino, Televida, el Canal de la familia; Cáritas Dominicana, que en sus inicios, en colaboración con “Catholic Relieve Services”, realizó el primer programa de ayuda a los pobres, y que en la actualidad se ha convertido en una pujante institución constructora de la caridad, la solidaridad y el desarrollo de los más necesitados en cada una de las diócesis del país.
La erección de nuevas Diócesis fue una notable visión y acierto de la Conferencia del Episcopado Dominicano. Esta iniciativa ha contribuido con el dinamismo de la Iglesia.
A partir de 1962, fueron creadas las diócesis de San Juan de la Maguana (1969), Barahona (76), San Francisco de Macorís (78), Mao-Montecristi (78), Baní (86), Puerto Plata (96) y San Pedro de Macorís (97).
También cabe señalar aquí la creación de una segunda Provincia Eclesiástica en la que quedaron reagrupadas las Diócesis del Cibao, y la elevación de Santiago de los Caballeros al rango de Arquidiócesis, el 14 de febrero 1994.

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