/* Noticias Relacionadas */ Related Posts Plugin for WordPress, Blogger... /* Fin Noticias Relacionadas */

12 de enero de 2012

Desde mi Trinchera

Desde mi Trinchera UN VIAJE INOLVIDABLE A LA SIERRA MAESTRA Por Félix Jacinto Bretón
La Tierra y el cielo, bosques y campos, lagos y ríos, las montañas y el mar son excelentes escuelas que nos enseñan muchísimas cosas que no se pueden aprender en los libros. John Lubbock Debí -de seguro- estar en el “decimoquinto” sueño, cuando Edel ya estaba en pie y me despertaba bruscamente pues la hora convenida para la partida era las 5:00 de la madrugada que, en Cuba, todavía es bastante oscuro. Pero, en lo que nos cepillamos y nos vestimos, ya los primeros claros del día se dejaban ver. El viaje que nos esperaba “no era un maíz”. Íbamos a Limones, una intrincada comunidad ubicada en el corazón de la escarpada e histórica Sierra Maestra. Edel, que es hermano de Eugenio Pérez Almarales, periodista y compadre de Bayamo, me había condicionado diciéndome que “eso era allí” y que no seria difícil de llegar. Tomándole la palabra al amigo, estaba animado para la travesía. Además, seria una rica e inolvidable experiencia que aprovecharía, también, para hacer hermosas fotografías. Hacia Limones salimos Edel, Adriana –su compañera- y Edelito, un niño de unos cuantos años- hijo de esta familia cubana, y quien escribe. La primera experiencia fue atravesar –por siete pasos- el rio de Mota que corre con poca agua. No había que quitarse los zapatos ya que se cruza a zancadas. Luego llegó la prueba de fuego: Subir unos farallones por un trillo estrechito y llenos de piedras. No es tan largo, en realidad, pero acostumbrado a poco caminar –aun en lo llano- debí hacer unas cuantas paradas para tomar aire y continuar. Edel me aconsejó: “Compañero, tire los pasos cortos como el que no quiere avanzar, veras que así se cansa menos”. Así lo hice, y comprobé que era cierto, porque a partir de entonces, camine sin casi detenerme. Adriana, como toda cubana probada en estas lides, marcaba el paso, y Edelito encontró “una bola” con una compañera que subía en un caballo. Subimos el trillo. Y pensé que ya estaríamos cerca de nuestro objetivo. Sin embargo, entonces era que “faltaba mambo”, aunque Edel trataba de mantener el ánimo diciendo que estábamos “como tres kilómetros”. Hubo momentos en que estuve a punto de “tirar la toalla” pero me dije: Si Adriana, que es una mujer, Edelito que es un niño y Edel que es medio gordito, suben ¿por qué no yo? Los 3 kilómetros hubo que multiplicarlos por 5 ya que aproximadamente la casa de Tony, un amigo de la familia que era donde íbamos, estaba como a 15 kilómetros…casi nada! Esa distancia la recorrí -con dificultades, lo admito- pero sin que nadie tuviera que auxiliarme. Además, no era una competencia para ver quien llegaba primero, sino que íbamos parando para tomar agua, refresco y a veces hasta un trago, y hacer imágenes con mi inseparable Olympus. Serian cerca de las 11:00 la mañana cuando ¡por fin! llegábamos a nuestro destino. Estaban dadas las condiciones para un recibimiento “apoteósico” pues ya había un ovejo desollado que colgaba en la cocina mientras las compañeras apuraban para prepararnos algo de comer aunque primeramente “colarnos un sabroso cafecito de la Sierra”, majado en pilón por Tony. (Debo de aclarar que, en principio, yo no estaba incluido en esta visita, pues Edel había convenido subir el domingo 4 a la loma, y este servidor llegó de sorpresa a su casa de Mota, el sábado 3). Lo que sucedió ese domingo, allá arriba en la Sierra Maestra, se lo contaré en la próxima VOZ LICEYANA ¡seguimos en combate!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario