/* Noticias Relacionadas */ Related Posts Plugin for WordPress, Blogger... /* Fin Noticias Relacionadas */

31 de agosto de 2013

Sensatez en los tiempos del cólera
Por Eugenio Pérez Almarales
Periodista cubano

de Felix Jacinto Breton


“Tanto como las impurezas del agua, al doctor Juvenal Urbino lo mantenía alarmado el estado higiénico del mercado público” y de otros sitios de la ciudad. Quería que sanearan el lugar, inspirado en una plaza que conoció, “donde las provisiones eran tan rozagantes y limpias que daba lástima comérselas”.Por 400 años erguidos ante avatares, la urbe afrontaba su más difícil reto. “La epidemia de cólera morbo, cuyas primeras víctimas cayeron fulminadas en los charcos del mercado, había causado en once semanas la más grande mortandad de nuestra historia”, y “no tuvo miramientos de colores ni linajes”.“En las dos primeras semanas del cólera el cementerio fue desbordado, y no quedó un sitio disponible en las iglesias, a pesar de que habían pasado al osario común los restos carcomidos de numerosos próceres sin nombre.”Aunque estos fragmentos de El amor en los tiempos del cólera, novela de Gabriel García Márquez, pudieran parecer exagerados, son pálido reflejo del azote despiadado de la enfermedad a su paso arrollador por numerosos países.Considerada una de las peores epidemias de la humanidad, el cólera –en sus diferentes cepas y variantes- tiene su origen en el mundo antiguo, y se encuentran referencias a ella en escritos en China, la India, Grecia…Desde sus inicios, las epidemias de la enfermedad ocasionaron daños devastadores, especialmente por la alta cifra de víctimas fatales, y recibieron el nombre de pestes.
Cuentan que la plaga más catastrófica que sufrió la vieja Grecia fue la llamada peste de Atenas, en el año 428 a.n.e.
El temido imperio romano sufrió también la peste, y el propio emperador  Marco Aurelio "El Sabio" fue víctima de la primera epidemia (peste antonina), y en Roma llegaron a morir en el siglo III d.n.e. cerca de 5 000 personas al día por su causa.La historia reconoce siete pandemias de cólera. La primera, de 1811 a 1825, de origen asiático, la cual no afectó América. Comenzó en Bengala y se extendió a la India, China y el Mar Caspio, antes de disminuir.
La segunda, de 1829 a 1850, solo en Egipto causó 150 mil muertes, y llegó a Europa, Estados Unidos, México, Guatemala, Nicaragua y Cuba. En 1833 apareció el cólera a nuestro país por primera vez, y provocó más de 30 mil defunciones.
La tercera pandemia, de 1852 a 1860, afectó principalmente a Rusia, con más de un millón de muertos; mató en España a 200 mil personas, a 140 mil en Francia y atacó nuevamente a América. La cuarta, de 1863 a 1875, invadió casi toda América, incluida Cuba. La quinta, de 1881 a 1896, registró 800 mil fallecidos solo de 1892 a 1894. En la etapa, el médico alemán Robert Koch descubrió el agente etológico del cólera, el Vibrio cholerae. La sexta, de 1899 a 1923, no llegó a nuestro continente.  De julio a septiembre de 1915, en plena Primera Guerra Mundial, el ejército austro-húngaro sufrió 15 mil muertes.  La séptima comenzó en 1961 y apareció a partir de un foco en Célebes, isla de Indonesia, y se extendió a Corea, China Taipei, Filipinas, la India, y luego continuó a  Pakistán, Afganistán, Irán, Irak y al sur de la entonces Unión Soviética.  En 1970, penetró al África Occidental, donde es ya endémico. Entre 1977 y 1978 hubo brotes de cólera en el Japón, y apareció por primera vez en el Pacífico meridional. En el 1982 y 1983 se produjeron grandes brotes en las islas Truk. En Estados Unidos, hasta el año 1990, se habían reportado 50 casos y hay informaciones de otros enfermos en ese país desde 2010 hasta la fecha. La más reciente y cercana epidemia es la de la vecina Haití, donde más de siete mil 400 personas han muerto desde que comenzó la epidemia, en octubre de 2010. No es atinado ignorar que cada año se producen en el mundo de tres millones a cinco millones de casos de cólera y la cifra de personas muertas oscila entre 100 mil y 120 mil. Independientemente de las medidas institucionales, resulta absolutamente imprescindible que cada persona actúe de manera disciplinada, sensata y ágil, para preservar su vida y las de -familiares y conciudadanos. Ninguna medida es exagerada.  Un descuido que puede ocasionar daños irreparables.

*El autor es Jefe de información del periódico La Demajagua, y profesor universitario en Granma, Cuba.  Expresidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en aquella provincia.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario