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11 de septiembre de 2013

Solución trujillista VS solución duartiana a la emigración haitiana
Por MIGUEL ESPAILLAT GRULLON
En estos días, mis colaboradores y yo, Manuel Arturo Peña Batlle, Johnny Abbes Garcia y Joaquín Balaguer, con la anuencia del diablo, nos hemos reunido aquí en esta parte del infierno donde estamos, para tertuliar un poco sobre el problema migratorio dominico-haitiano, que se está ventilando, fruto de los escritos del poeta Manuel Núñez Ascencio, de los abogado Manuel Martínez, Rafael A Escotto, Miguel Espaillat, del cura Emilio J Travieso, y por la intervención en mi defensa, de mi entrañable amigo y seguidor, Euclides Gutiérrez Félix.
Como bien se lo predije en mi carta, 50 años después, ustedes por pendejos y por no hacerme caso, ahí tienen el problema, que les vaticiné. El país, como ustedes mismos comentan, está lleno de esos malditos negros. ¡Carajo!, yo me manché las manos de sangre y me gané el infierno, para que ustedes estuvieran un país libre, de esa raza supremamente inferior. 
Elito, con su cara de pendejo, y del cual puedo asegurar fue mucho peor que yo, fue junto a Peña Batlle el principal enchinchador para que yo llevara a cabo la matanza en 1937 de esos mal nacidos, de quienes, yo siempre he dicho, que son basuras…,crápulas…error siniestro de la creación.
Hoy estoy aquí, en este caloraso del infierno, pagando eso que a Dios y a su asistente San Pedro, les han dado por llamar crímenes de lesa humanidad. Estos dos- es paradójico- son racistas, pues ellos son bien blancos y en su cielo, no hay un solo negro, todos son blancos y muy blancos; es más, me dicen que ellos y todos sus ángeles, refulgen de blancura, como copos de nieve acabados de caer, en pleno sol. Pero nada, yo no me arrepiento de haber matado a todos esos negros, y si de algo me arrepiento, es de no haber invadido el territorio de Haití para matarlos a todos, tal como hacia Moisés cuando invadía a otras naciones.
Yo quise por todos los medios blanquear la raza. En pos de esa meta, hasta traje judíos, españoles, y franceses al país. La cosa no se me dio, pues parece que los blancos no resisten nuestro sol y tantos mosquitos. De la historia de este asunto, ya ustedes saben bastante.
Aunque ya han pasado 76 años de aquella operación chapeo, y a casi 52 de mi muerte, nunca es tarde, para que ustedes resuelvan ese problema migratorio, con mi fórmula de extermino. Sigan mis consejos…, eso sí, tienen que estar conscientes, que por implementar mis métodos, vendrán directamente al infierno, a estar aquí conmigo, con Elito, Peña Batlle, Johnny Abbes y demás socios míos, porque, el tal Dios y San Pedro, no comen cuento ni explicaciones defendiendo a esos negros.
Pero yo creo, que el hombre debe tener sus propios ideales, independientemente de lo que piensen San Pedro y Dios, sin importar que en su cumplimiento, nos ganemos el infierno.
Si ustedes, dominicanos, están dispuestos a liberar a su país de esos carajos, he aquí mis consejos e instrucciones:
Primero, métanse en la mente, que el haitiano como tal, no es gente, sino comida de puerco, o cucarachas repugnantes, así no tendrán cargo de conciencia, cuando los pasen por cuchillo, machete o hacha, o los serruchen, o lo maten a pedradas, o como sea.
También, sería bueno como un ingrediente más, para resguardarnos de cargo de conciencia, que antes de matar a algún negro lo pongan a decir perejil…, y si no lo dice claro…, machete con él…También, para identificarlos mejor, pueden revisar no solo el negro detrás de la oreja, sino también el color de las verijas y la forma de la nariz y de los labios. Si la verija es bien prieta y de talega bien dotados, cabellos malos, y además tienen las narices anchas y son chembuces, todo agravado con un fuerte olor a grajo y friquitaque, si ello es así, no hay duda, son haitianos. Y si las negras, además de no pronunciar bien la palabra perejil, son narisuas y chembonas y tienen su parte bien pronunciada, y con los pelos retorcidos, triboliaos y desparpajadamente engreñados, es que son haitianas, en consecuencia, sin importar que sean niños o niñas, machete con ellos, sin ninguna contemplación.
Ahora bien, sería bueno aprovechar esta ocasión, para que matemos a algunos cientos de miles de negros de esos que como el poeta Manuel Núñez, se están luciéndosela y allantando con sus escritos, haciéndose pasar por dominicanos, cuando nosotros sabemos la realidad de que son tan haitianos, como Toussaint Louverture. De esos, no nos dejemos engañar, y degollémoslo también. Hay que aprovechar toda y cualquier ocasión para blanquear y limpiar nuestra raza, de estas escorias, descendientes directos de los monos.
En este contexto, averigüen bien, quienes son los escribientes, Rafael A.  Escotto, Manuel Martínez, el curita ese, y el tal Miguel Espaillat, si los ven un poco haitiano, también hay que chapearlos. También averigüen quien es la tal Luz clarita, el verdugo, Sofía Balcácer, María Luisa Batista, Pedro Gil, Juan Tejada, El Mismo Travieso, Pavel, Santiago paredes, Humildad, Jennifer Saldivar, Manuel Vargas, Eduardo Guillermo, Marcelina Sánchez, Juan González, y muchos más como ellos, porque pueda que sean haitianos disfrazados. Es más, hasta el que se hace llamar el Bori, investíguenlo.
Respecto a Euclides Gutiérrez, nada contra él, pues ese está probado que es de los míos, aunque es un poco prieto. Dominicanos, únanse todos, ármense todos, afilen sus machetes, colines, cojan hachas, cuchillos, navajas, espadas, palos, palas, piedras, bombas molotov, fusiles, revólveres, ametralladoras, sogas con las que puedan ahorcar, y tírense a la calle a matar haitianos, es la única manera que ustedes tienen para salvar a su patria de esos insignificantes.
No hagan caso de eso, de Derechos Humanos, Tratados Internacionales, Constitución de la Republica, o de sermones cristianos, ni de nada parecido. Maten haitianos. Mátenlos a todos, niños y niñas, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, y si estas, están preñadas con más razón. No tengan piedad de ninguno, recuerden que ustedes no están matando gente, sino ratas o garrapatas, que si ante las pagamos a cinco pesos, hoy lo podemos pagar por algo más. El sacrificio vale la pena. Salvemos nuestro país, y mejoremos nuestra raza blanqueándola, trayendo europeos como hice yo en mi tiempo. Es más, apoyen a mi nieto Ramfis Domínguez y a mi hija Angelita para que lleguen al poder, para que continúen mi misión inconclusa de dominicanización de la patria.
Pero además, sépase, que después que no tengamos un haitiano en el país, las autoridades, deberán proceder a reclutar de manera obligatoria a todos los dominicanos necesarios para las labores agrícolas y de construcción, pudiendo correr el peligro de ser fusilado, quien se niegue a participar en estas labores, porque al final, trabajando es que se hace patria. No olviden, que mis mejores amigos son los hombres de trabajo.
Así, que en esta lista, que no queden fuera, Manuel Núñez ni Rafael Escotto, pero muchos menos, el verdugo, el travieso, ni ningunos de los que están incómodos con la presencia haitiana en el país.
Rafael Leónidas Trujillo Molina
Solución duartiana a la problemática migratoria dominico-haitiana
Dominicanos: desde este lugar en el cielo en que me encuentro, con el alma destrozada, me dirijo a ustedes para pedirle de corazón, le demos solución civilizada, a la problemática de la emigración haitiana que confrontamos en el país. No estoy de acuerdo con aquellos que usan epítetos feos, denigrantes y nauseabundos, para referirse a los haitianos. Su uso, los rechazo y me repugnan. Para mí, es algo abominable ante Dios, y para los hombres que creemos que todos fuimos creados iguales, y a imagen y semejanza de nuestro creador.
Me apena y disgustan enormemente, ver esos comentarios de ciertos dominicanos sin conciencia cívica, ni fe cristiana, pidiendo a gritos que matar a los emigrantes haitianos, es la única y mejor solución que hay, para resolver el problema en cuestión.
En primer lugar, la situación migratoria que estamos tratando, es solamente eso, un problema migratorio. Es falsa la tesis de, que potencias extranjeras quieren la fusión de nuestro país y Haití. Son mentes perversas las que están prestándose para ese infundio, y más bien, me parecen tácticas de distracción, para que nos olvidemos de los verdaderos problemas, que aquejan a nuestra amada patria.
El problema emigratorio que estamos tratando, tiene su solución, con que el Estado dominicano, implemente una política migratoria responsable en cuanto a establecer reglas claras de comercio y migración. No es posible resolver esta problemática mientras el mismo gobierno emplea a estas personas en la construcción de sus obras explotándolos, y los terratenientes por igual, en sus fincas. Esta situación, resulta en una hipocresía deleznable, en cuanto a que, por un lado, los emplean, y por otro, cantaletean, que el país se está haitianizando, reclamando acciones genocidas para corregirla, con una actitud violenta, furibunda, inhumana, cargada de odios, como si se estuviera dando en nuestros ciudadanos, un retroceso atávico a los periodos más salvajes de la historia.
Es como si de repente, hubiésemos salido de la civilización, para caer en un estado de barbarie, propio de esos recovecos de la historia, en la que nuestros antepasados, como bestias, aún andaban en cuatro patas, matándose los unos a los otros, por cosas tan banales, como el disputarse un pedazo de tocino. 
No olviden que yo expresé mi admiración por el pueblo haitiano, porque lo vi luchar como titanes para salir de la triste condición de esclavo, que le habían impuesto los blancos de aquel entonces a sangre y fuego. Yo reconocí al pueblo haitiano como poseedor de valor y de valores, y de virtudes eminentes, como el amor a la libertad y a los suyos.
Yo os pido, tratar a los haitianos como vuestros hermanos, con el debido respeto, con amor y dignidad, que se merece todo ser humano, y en consecuencia, darle una solución humana a la problemática migratoria planteada, amparado en leyes justas. La tierra es dada por Dios a todos, cierto, cada uno en su lugar, pero sin que para ello sea necesario, tener rencillas, o derramar sangre.
Juan Pablo Duarte.
Conclusión
En este contexto de propuestas para soluciones al problema emigratorio haitiano en suelo dominicano, sólo me resta preguntar: ¿en eso de la producción de riquezas, quién le reditúa mayores beneficios al país, un haitiano que siembra los alimentos que comemos, que construye nuestra carreteras, puentes edificios, trenes, acueductos y elevados, o Manuel Núñez, que a mi entender, con su encendido discurso xenofóbico solo genera odios, y búsqueda de derramamiento de sangre?
La misma interrogante tengo para el confeso trujillista, Euclides Gutiérrez Félix, quien a costilla de la patria, lo único que ha hecho es enriquecerse obscenamente, corrupción esta, que ha generado las condiciones, para que se dé la emigración haitiana hacia nuestro territorio, y la emigración de dominicanos hacia territorios mayormente imperialistas.
De todo este tema, solo me resta preguntar ¿Por qué el poeta Núñez no ha enfrentado a los canadienses y a la Barrick Gold, tal como ha enfrentado a la emigración haitiana? Porque esos sí, que además de saqueada y desértica, van a dejar la patria, atribulada y arrasada.
Finalmente, déjenme externar lo que yo pienso hubiese dicho Don Manuel del Cabral, de Manuel Núñez Ascencio, en esta situación:
¡Coño! ¿Y por qué este poeta, mejor no hace florecer las rosas, en los rosales?

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