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19 de junio de 2012




TRASPLANTE DE VIDA
Trasplante salva a pacientes al filo de la muerte
CON 17 AÑOS DE EDAD, A SORY JULIA APENAS LE QUEDABA UNO DE VIDA CUANDO LOGRÓ SE LE HICIERA UN TRASPLANTE DE HÍGADO
Desde hace un mes, la vida 
empezó a sonreírle a Sory Julia Paredes. A sus 17 años fue sometida a un trasplante de hígado que le devolvió la única posibilidad de vivir. Su pronóstico era de apenas un año más de vida.
Para Sorayda de los Santos, su madre y empleada doméstica de una familia capitalina, ha sido la confirmación de que los milagros existen y una muestra de que para una madre nada es imposible cuando se trata de salvar la vida de un hijo.
Desde los 12 años, su hija empezó a presentar color amarillento, hinchazón en el abdomen y los pies, que con el tiempo se fueron complicando con fuertes dolores de barriga y un cansancio que le impedía jugar, correr, bailar y saltar como otros niños de su edad, aunque nunca dejó de asistir a la escuela, donde actualmente cursa el tercero de bachillerato.
A los 15 años le hablaron por primera vez de la necesidad de un trasplante. Su diagnóstico era de fibrosis hepática congénita, que luego se convirtió en cirrosis hepática (cáncer). Sory Julia es la mayor de los cuatro hijos de Sorayda, quien confiesa que veía con gran dolor el deterioro en la salud de su hija.
Su madre cuenta que a sus esperanzas “les empezaron a salir alas” cuando llegó al Hospital General de la Plaza de la Salud (HGPS), donde funciona el único programa de trasplante de hígado y médula ósea del país, pero también se acrecentaron sus problemas, dado los costos que ello representaba.
Para la analítica que permitiera colocarla como candidata a trasplante, requería de por lo menos 70 mil pesos, y para ella, 5,000 pesos era mucho. No se detuvo, pidió y pidió a todos los que conocía, y cuando se le acabaron los conocidos, se fue a la televisión, anunció la apertura de una cuenta bancaria para depósito, donde recibió aportes que le permitieron cumplir con esa etapa. El costo total del trasplante era de RD$1,400,000, dinero que aún debe.
Con apenas dos semanas en la lista de espera, la llamaron: había aparecido un donante. “Llegué al hospital y no me pidieron depositar ni un centavo. Me la atendieron con tanto amor, que no me canso de dar gracias, y repetir que es un milagro”. A través del Ministerio de Salud Pública está recibiendo el tratamiento que debe tomar de por vida, para no rechazar el órgano.
Dice que tiene una deuda pendiente con el hospital de un millón 400 mil pesos, para lo cual firmó un acuerdo de pago de 10,000 pesos mensuales, los cuales no sabe cómo conseguirá. Por eso mandó una hoja de vida al centro de asistencia para ver si la emplean, y  poder así ir abonando a la deuda con una parte de su sueldo. “Yo quiero pagar, porque lo que esos médicos y ese hospital hicieron por mi hija no tiene valor en dinero... El que me salvaran a mi hija no lo voy a olvidar nunca”, añadió.
Con apenas un mes del trasplante, Sory Julia cambió su semblante, ya no se cansa ni le duele la barriga, anda caminando por toda la casa y se siente feliz. La familia donde trabaja su madre, desde hace tres años, pero donde trabajó su abuela por mucho tiempo, le permitió a la niña quedarse en la casa durante su recuperación. “Cada vez que veo lo bonita que está mi niña, me convenzo más de que para Dios no hay imposibles”, dice Soraida.
Agrónomo

Para el agrónomo Ezequiel Quezada, de 55 años, su vida empezó después del trasplante de hígado que recibió también en ese hospital hace ya dos años.
Vive en San Juan de la Maguana, y en conversación telefónica contó a LISTÍN DIARIO el cambio que ha experimentado su vida, aunque dice que aún está endeudado. “Llevo mi vida normal, claro, no tomo alcohol, no como con grasa ni salado, no tengo malas noches, y siempre me tomo los medicamentos, pero después, es como si nunca hubiese estado enfermo”.
Cuenta que se infectó de hepatitis C, la que se fue agudizando hasta convertirse en cirrosis hepática.  
Permaneció por año y medio a la espera de un órgano, y luego del trasplante su vida cambió para bien, se siente otra persona, y está recibiendo los medicamentos del Ministerio de Salud Pública.
Dice que por 20 años fue  empleado del Banco Agrícola, de donde aún espera que se le paguen sus prestaciones, porque tiene todavía una deuda con el hospital de un millón 350 mil pesos, ya que la ARS a la que estaba afiliado no le cubrió el procedimiento. “Vendí muchas cosas, casi todo lo que tenía, pero lo importante es que sigo vivo y me siento bien”.
De riñón
Laura también experimentó la experiencia de vivir con un órgano de otro, y el cambio que representó para su vida dejar la máquina de diálisis por un tiempo.  Su madre Briseida Deñó cuenta que desde los dos años de edad su hija presentó diabetes, que con el paso del tiempo fue empeorando y se le dañaron los riñones, pasando a dializarse tres veces por semana.
Corría el 2004, y Laura tenía 21 años de edad, y sus padres realizaron todas las gestiones posibles para que accediera a un trasplante de riñón, cuyo costo estimado era de cerca de un millón de pesos.
Con el apoyo de LISTÍN DIARIO y varios reportajes realizados por la periodista Wanda Méndez, la joven pudo ver concretizado ese sueño en el 2005, cuando recibió un riñón donado por un familiar, viendo un cambio en su vida de 360 grados.
QUÉ ES EL TRASPLANTE
Es el reemplazo, con fines terapéuticos, de órganos o componentes anatómicos de una persona, por otros iguales o similares, provenientes del mismo receptor o de un donante vivo o muerto.

Historia del trasplante

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