TRASPLANTE DE VIDA
Trasplante salva a pacientes al filo de la muerte
CON 17 AÑOS DE EDAD, A SORY JULIA APENAS LE
QUEDABA UNO DE VIDA CUANDO LOGRÓ SE LE HICIERA UN TRASPLANTE DE HÍGADO
empezó a sonreírle a Sory Julia Paredes. A
sus 17 años fue sometida a un trasplante de hígado que le devolvió la
única posibilidad de vivir. Su pronóstico era de apenas un año más de
vida.
Para Sorayda de los Santos, su madre y empleada doméstica de
una familia capitalina, ha sido la confirmación de que los milagros
existen y una muestra de que para una madre nada es imposible cuando se
trata de salvar la vida de un hijo.
Desde los 12 años, su hija
empezó a presentar color amarillento, hinchazón en el abdomen y los
pies, que con el tiempo se fueron complicando con fuertes dolores de
barriga y un cansancio que le impedía jugar, correr, bailar y saltar
como otros niños de su edad, aunque nunca dejó de asistir a la escuela,
donde actualmente cursa el tercero de bachillerato.
A los 15 años
le hablaron por primera vez de la necesidad de un trasplante. Su
diagnóstico era de fibrosis hepática congénita, que luego se convirtió
en cirrosis hepática (cáncer). Sory Julia es la mayor de los cuatro
hijos de Sorayda, quien confiesa que veía con gran dolor el deterioro en
la salud de su hija.
Su madre cuenta que a sus esperanzas “les
empezaron a salir alas” cuando llegó al Hospital General de la Plaza de
la Salud (HGPS), donde funciona el único programa de trasplante de
hígado y médula ósea del país, pero también se acrecentaron sus
problemas, dado los costos que ello representaba.
Para la
analítica que permitiera colocarla como candidata a trasplante, requería
de por lo menos 70 mil pesos, y para ella, 5,000 pesos era mucho. No se
detuvo, pidió y pidió a todos los que conocía, y cuando se le acabaron
los conocidos, se fue a la televisión, anunció la apertura de una cuenta
bancaria para depósito, donde recibió aportes que le permitieron
cumplir con esa etapa. El costo total del trasplante era de
RD$1,400,000, dinero que aún debe.
Con apenas dos semanas en la
lista de espera, la llamaron: había aparecido un donante. “Llegué al
hospital y no me pidieron depositar ni un centavo. Me la atendieron con
tanto amor, que no me canso de dar gracias, y repetir que es un
milagro”. A través del Ministerio de Salud Pública está recibiendo el
tratamiento que debe tomar de por vida, para no rechazar el órgano.
Dice
que tiene una deuda pendiente con el hospital de un millón 400 mil
pesos, para lo cual firmó un acuerdo de pago de 10,000 pesos mensuales,
los cuales no sabe cómo conseguirá. Por eso mandó una hoja de vida al
centro de asistencia para ver si la emplean, y poder así ir abonando a
la deuda con una parte de su sueldo. “Yo quiero pagar, porque lo que
esos médicos y ese hospital hicieron por mi hija no tiene valor en
dinero... El que me salvaran a mi hija no lo voy a olvidar nunca”,
añadió.
Con apenas un mes del trasplante, Sory Julia cambió su
semblante, ya no se cansa ni le duele la barriga, anda caminando por
toda la casa y se siente feliz. La familia donde trabaja su madre, desde
hace tres años, pero donde trabajó su abuela por mucho tiempo, le
permitió a la niña quedarse en la casa durante su recuperación. “Cada
vez que veo lo bonita que está mi niña, me convenzo más de que para Dios
no hay imposibles”, dice Soraida.
Agrónomo
Para el agrónomo Ezequiel Quezada, de 55 años, su vida empezó después del trasplante de hígado que recibió también en ese hospital hace ya dos años.
Vive en San Juan de la Maguana, y en conversación telefónica
contó a LISTÍN DIARIO el cambio que ha experimentado su vida, aunque
dice que aún está endeudado. “Llevo mi vida normal, claro, no tomo
alcohol, no como con grasa ni salado, no tengo malas noches, y siempre
me tomo los medicamentos, pero después, es como si nunca hubiese estado
enfermo”.
Cuenta que se infectó de hepatitis C, la que se fue agudizando hasta convertirse en cirrosis hepática.
Permaneció
por año y medio a la espera de un órgano, y luego del trasplante su
vida cambió para bien, se siente otra persona, y está recibiendo los
medicamentos del Ministerio de Salud Pública.
Dice que por 20 años
fue empleado del Banco Agrícola, de donde aún espera que se le paguen
sus prestaciones, porque tiene todavía una deuda con el hospital de un
millón 350 mil pesos, ya que la ARS a la que estaba afiliado no le
cubrió el procedimiento. “Vendí muchas cosas, casi todo lo que tenía,
pero lo importante es que sigo vivo y me siento bien”.
De riñón
Laura también experimentó la experiencia de vivir con un órgano de otro, y el cambio que representó para su vida dejar la máquina de diálisis por un tiempo. Su madre Briseida Deñó cuenta que desde los dos años de edad su hija presentó diabetes, que con el paso del tiempo fue empeorando y se le dañaron los riñones, pasando a dializarse tres veces por semana.
Laura también experimentó la experiencia de vivir con un órgano de otro, y el cambio que representó para su vida dejar la máquina de diálisis por un tiempo. Su madre Briseida Deñó cuenta que desde los dos años de edad su hija presentó diabetes, que con el paso del tiempo fue empeorando y se le dañaron los riñones, pasando a dializarse tres veces por semana.
Corría
el 2004, y Laura tenía 21 años de edad, y sus padres realizaron todas
las gestiones posibles para que accediera a un trasplante de riñón, cuyo
costo estimado era de cerca de un millón de pesos.
Con el apoyo
de LISTÍN DIARIO y varios reportajes realizados por la periodista Wanda
Méndez, la joven pudo ver concretizado ese sueño en el 2005, cuando
recibió un riñón donado por un familiar, viendo un cambio en su vida de
360 grados.
QUÉ ES EL TRASPLANTE
Es el reemplazo, con fines terapéuticos, de órganos o componentes anatómicos de una persona, por otros iguales o similares, provenientes del mismo receptor o de un donante vivo o muerto.
Es el reemplazo, con fines terapéuticos, de órganos o componentes anatómicos de una persona, por otros iguales o similares, provenientes del mismo receptor o de un donante vivo o muerto.
Historia del trasplante
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